Como seres vivos, estamos inmersos en el flujo de la vida. La vida está dentro de nosotros y también a nuestro alrededor y nuestra energía también influye en lo que nos rodea. Por eso, al estar irritables o de mal humor, afectamos nuestro entorno… y viceversa. Les presentamos una reflexión del Dr. K. Parvathi Kumar, doctor en Letras, profesor honorario de la Universidad de Andhra (India) y uno de los fundadores de la organización World Teacher Trust, quien nos invita a meditar sobre la alegría como el despliegue de nuestra conciencia interior y el poder de la sonrisa.
En las escrituras del Agni Yoga, el Maestro Morya habla a menudo de la alegría, como una sabiduría especial. Ser alegre y jovial es una cualidad importante para que todos progresen, y en el camino de la luz, también llamado el camino del discipulado o el camino del yoga, esto es aún más cierto. No importa dónde estemos y lo que estemos haciendo, podemos hacerlo con amor, una sonrisa y alegría, entonces los demás también querrán trabajar con nosotros. Podemos hacer todo con alegría, incluida la meditación. Las personas sabias meditan con una sonrisa en la cara y no tienen las cejas fruncidas. Cuando sonríes, las energías se expanden, liberando una energía radiante y amorosa.
Puede que no consigamos inmediatamente poner en práctica una actitud contenta y mantener un rostro feliz en todo momento. Es importante considerar que se crea tensión cuando forzamos una sonrisa sin que nuestras energías interiores estén a la altura, por lo que la otra persona que ve nuestra expresión, puede darse cuenta de que algo va mal. Sólo una mente pura da una expresión facial alegre, y una mente pura se crea a través de la pureza interior siguiendo las reglas del camino del yoga. La pureza interior nos da una actitud interior amistosa, que se llama santosha en sánscrito, que significa alegría o rostro alegre. Un estado interior que nos permite penetrar profundamente en la ciencia de la luz.
La sonrisa como fuente de luz
Sonreír no es una expansión mecánica de la piel del rostro. La expansión de la piel es el resultado de la sonrisa y no la sonrisa en sí. Al igual que para emitir un programa de radio no basta con un micrófono y un equipo técnico, sino que se necesita una persona, para sonreír se necesita una persona y no unos labios. Cuando hablamos con una sonrisa en la cara, eso nos hace sanos y da salud a los demás. Una sonrisa genuina es uno de los mejores remedios. Nuestra presencia, nuestra conversación y nuestra sonrisa pueden ser herramientas de curación, cuando animamos a los demás, la energía curativa fluye a través de nosotros hacia ellos.
Esta es la naturaleza de la vida. Deberíamos pararnos un momento a pensarlo y comprenderlo. La enseñanza básica es llevar a cabo nuestras actividades con una sonrisa y una actitud alegre: relajados, con humor y atentos. Cuando aprendemos a sonreír, es un indicio de que pensamos con calma, de este modo, avanzamos a lo largo del día en actitud meditativa. Todos los que han realizado y reconocido el alma tienen una sonrisa en la cara. Sólo cuando estamos contentos y alegres podemos elevar nuestro entorno y, por tanto, a nosotros mismos.
Muchas personas se sienten pesadas en su vida o sufren ellas mismas y les cuesta sonreír, algunas tampoco pueden devolver la sonrisa cuando alguien les sonríe, o no pueden permitir las bromas. Algunos incluso se sienten perturbados u ofendidos cuando ven una cara sonriente porque piensan que se están riendo de ellos. Esto es una enfermedad. Sin una sonrisa, no merece la pena vivir. Hay muchas personas espirituales a las que no les importa sonreír, pero sonreír es una sabiduría muy especial. Si realizamos ejercicios de discipulado sin alegría, no transmiten la esencia y la alegría de la vida y no valen nada.
Para incorporar la sonrisa verdadera en nuestras vidas, el Dr. K. Parvathi Kumar propone un ejercicio de meditación, que consiste en visualizar el rostro sonriente de una deidad o visualizar una imagen sonriente del maestro o maestro interior. Debe ser algo divino. También podemos contemplar nuestro propio rostro sonriente, porque cuando sonreímos, hay luz en él. La alegría es una manifestación de luz, y la luz divina incide en la mente que mira hacia dentro. De este modo, la seriedad y la pesadez de la vida se alejan poco a poco de nosotros y encontramos la alegría en nuestro interior. Si no sonreímos, la luz se apaga. Cuando tomamos una luz o al Maestro o una imagen de Dios como objeto de nuestra contemplación, lo contemplamos como a nosotros mismos… sentimos a Dios como YO SOY. ESO existe como YO SOY.
Fuente:
https://www.worldteachertrust.org/es/web/basics/the_wisdom_of_smiling